CINCUENTENA

Aunque la obra de Luis García Montero ha sido situada dentro de lo que en España los críticos llaman poesía de la experiencia y él mismo se ha manifestado. de un modo beligerante, partidario de esa corriente cuando afirmó "Me acuso públicamente de ser un poeta de la experiencia", en la lectura de sus versos podemos observar una originalidad que va más allá de esta nueva forma de antipoesía a la que él con pasión se adhiere. En sus fluidas visiones cotidianas hay un misterio que supera ese culto de lo inmediato y lo comunicativo y en su realismo descubrimos un antirrealismo. Sus poemas, de manera concreta, se mueven con una animación que nos revela no sólo una composición múltiple -que a veces podemos no advertir- sino también con una gracia del lenguaje que no es frecuente encontrar. Quizá por esta razón su obra ha contado con una acogida tan amplia entre críticos y, sobre todo, lectores de poesía.